No merece el nombre de bueno quien no aspira a ser mejor, y cuando empiezas a no querer ser mejor entonces dejas de ser bueno.
San Bernardo. Epistolae, 91
No merece el nombre de bueno quien no aspira a ser mejor, y cuando empiezas a no querer ser mejor entonces dejas de ser bueno.
San Bernardo. Epistolae, 91
Por el acto espiritual del amor se es capaz de contemplar los rasgos y trazos esenciales de la persona amada: hasta contemplar también lo que aún es potencialidad, lo que aún está por desvelarse y mostrarse. Todavía hay más: mediante el amor, la persona que ama posibilita al amado la actualización de sus potencialidades ocultas.
Victor Frankl
En un seminario en el que yo hablaba sobre el concepto de proactividad, un hombre dijo: «Stephen, me gusta lo que dice. Pero las situaciones difieren entre sí. Por ejemplo, mi matrimonio. Estoy realmente preocupado. A mi esposa y a mí ya no nos unen los antiguos sentimientos. Supongo que ya no la amo, y que ella ya no me ama a mí. ¿Qué puedo hacer?».
—¿Ya no sienten nada uno por el otro? —pregunté.
—Así es. Y tenemos tres hijos, que realmente nos preocupan. ¿Usted qué sugiere?
—Ámela —le contesté.
—Pero le digo que ese sentimiento ya no existe entre nosotros.
—Ámela.
—No me entiende. El amor ha desaparecido.
—Entonces ámela. Si el sentimiento ha desaparecido, ésa es una buena razón para amarla.
—Pero, ¿cómo amar cuando uno no ama?
—Amar, querido amigo, es un verbo. El amor —el sentimiento— es el fruto de amar, el verbo. De modo que ámela. Sírvala. Sacrifíquese por ella. Escúchela. Comparta sus sentimientos. Apréciela. Apóyela. ¿Está dispuesto a hacerlo?
En la gran literatura de todas las sociedades progresistas, se habla de amar, del verbo. Las personas reactivas hablan del sentimiento. Ellas se mueven por sentimientos. Hollywood, por lo general, nos convence de que no somos responsables, de que somos un producto de nuestros sentimientos. Pero los guiones de Hollywood no describen la realidad. Si nuestros sentimientos controlan nuestras acciones, ello se debe a que hemos renunciado a nuestra responsabilidad y que permitimos que los sentimientos nos gobiernen.
Las personas proactivas hacen hincapié en el verbo amar. Amar es algo que se hace: los sacrificios que se hacen, la entrega de uno mismo, como una madre que pone un recién nacido en el mundo. Para estudiar el amor, hay que estudiar a quienes se sacrifican por los otros, incluso por personas que los hieren. Los padres tienen el ejemplo del amor que en ellos mismos despiertan los hijos por los que se sacrifican. El amor es un valor creado por medio de acciones amatorias. Las personas proactivas subordinan los sentimientos a los valores. El amor, el sentimiento, puede recuperarse.
Stephen R. Covey. Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva